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01 octubre 2016

Los últimos estertores de El País

Tal vez estemos asistiendo al principio del fin de El País como el periódico que todos conocimos. Comienza a recordar a ese Jiménez Losantos con el que tantos conectaban en la COPE, en los años de Zapatero, porque a la gente le excitaba oír cada mañana su siguiente barbaridad, la nueva barrabasada de un tipo que terminó devorado por los adjetivos. En realidad esa atención mediática no es más que un canto de cisne, un camino sin retorno. Una vez que pierdes el prestigio y la credibilidad, que tiras por el desagüe tantos años de artificio perfectamente diseñado, solo queda la mofa, la ira, el desprecio y el desdén final. Le pasó a Jiménez Losantos, cuando la gente se cansó de tanta visceralidad interesada y llegó el choteo. Cuando sin que él lo pretendiera mutó de periodista a personaje, a caricatura. Por ahí sigue. Nadie le hace ya caso. 

El País hace ya tiempo que dejó de ser referencia para nadie. Su línea editorial, la que durante tantos años marcó el rumbo sociológico de este país, ahora solo se lee con fruición para constatar la desquiciada deriva de un periódico que durante décadas trató de construir una imagen de mesura e imparcialidad, de distancia reflexiva, que finalmente ha cristalizado en un sectarismo rencoroso y endiosado, cuya pretensión de influencia provoca la risa y la indignación, la vergüenza ajena y el repudio intelectual. Sus editoriales han alcanzado el nivel de pitorreo que provocaban hace unos años las portadas de la ya extinta La Gaceta y cuyo testigo recogieron hace unos años las portadas de La Razón, cuando cada noche en Twitter el cachondeo se instalaba a la espera de que Marhuenda hiciera pública la última majadería de un periódico convertido en chirigota. El camino ya estaba marcado. El País lo siguió a pesar de las señales.

Toda deriva encuentra su final, el punto de inflexión a partir del cual ya no hay vuelta atrás y, como le pasara a Losantos, teóricamente en las antípodas ideológicas, la chirigota finalmente se transforma en irrelevancia cuando nadie puede ya asumir como verdad el relato de la realidad construido por el periódico de PRISA. El papel de El País en la actual crisis del PSOE ha superado cualquier expectativa. Sus ataques a Pedro Sánchez por no inmolarse dejando gobernar a Rajoy para que la maquinaria extractiva de las élites económicas del país continúe funcionando sobrepasa los límites de cualquier manual básico de decencia periodística. Somos testigos de los estertores finales de un periódico trascendental para entender a nuestro país. Sacrificado finalmente por Cebrián como último servicio a esas élites de poder a las que vendió su alma y su dignidad.

El País sobrevive a duras penas desde hace años gracias a la memoria de una parte de la sociedad (fundamentalmente mayor de 50 años) que lo sigue asociando con ese "intelectual colectivo" del que hablara Gregorio Morán. Durante años muchos fueron incapaces de asumir la orfandad que les provocaba alejarse del discurso prefabricado del grupo PRISA. Era excesiva la obligación de construir uno propio a través de voces fragmentarias. Demasiado esfuerzo para los que solo querían mantener una imagen de progre de salón crítico con la estética de la derecha cavernaria. Y disfrazaron su incapacidad para rebelarse mediante el elogio huero de ese periodismo nominalmente "serio y de calidad" que se convirtió en la marca de El País. Pero el problema persistía. Porque tras ese periodismo "serio y de calidad" el hedor se fue haciendo insoportable y el lector fiel no pudo seguir mirando hacia otro lado ante los posicionamientos sociales, políticos y económicos de un periódico al servicio de bastardos intereses empresariales. Después llegó la crisis, Y surgió Podemos, y llegaron los despidos, los vetos, el miedo y las contradicciones. El supuesto periodismo "serio y de calidad" se reveló como un periodismo mutilado, dócil con el poder y agresivo con las alternativas sociales que iban surgiendo. El País ha ido perdiendo su aura y su credibilidad al mismo ritmo que los bancos y los fondos de inversión se iban haciendo con PRISA con la aquiescencia de Cebrián.

El desastre económico al que abocó Cebrián a PRISA hizo que las costuras ideológicas de El País saltaran por los aires. La libertad de prensa es una de las grandes ficciones de las democracias capitalistas. La libertad de prensa no es más que libertad del gran capital para imponer su agenda y defender sus planteamientos Los editoriales del último año de El País deberían publicarse en una antología del disparate periodístico. Como muestra del suicidio de un periódico que un día fue referencia de un país y construyó el relato de un época. Tal vez entre todos los editoriales el más sonado ha sido el dedicado hace poco a Pedro Sánchez, ese "insensato sin escrúpulos".

Un editorial que el propio Comité de Redacción del periódico ha criticado sin que Antonio Caño, actual director, se dé por enterado. Doloroso para muchos ha sido también el atronador silencio de todas esas plumas "de calidad" del diario, tan dispuestas siempre a luchar por causas justas. Siempre que ello no les amenace el bolsillo, claro. Ni una palabra de Millás, Muñoz Molina, Elvira Lindo, Azúa, Jabois...


El País ha implosionado. Más allá de lo que finalmente suceda con el PSOE, su apoyo editorial a un gobierno del PP de Rajoy por el bien de la "gobernabilidad de España" es la gota final que desborda el vaso de unos lectores que se encuentran desnortados, incapaces durante mucho tiempo de reconocer los indicios que mostraban la manipulación informativa de un medio que era su referencia intelectual, pero que ahora ya no tienen más opción que asumir, aunque sea de mala gana, que El País hace mucho tiempo que solo sirve como punta de lanza de los poderes económicos del país para que nada amenace al sistema desde la izquierda del arco parlamentario. El País es ya esa caricatura a la que aludí al comienzo. El País es una chirigota. Tratará de seguir influyendo en la sociedad española, intentará cada vez con mayor desesperación y menor disimulo imponer sus opiniones interesadas. Pero una vez descubierto el artificio muchos de sus lectores no podrán ya seguir dejándose engañar con la facilidad con la que antaño lo hicieron. A El País se le ha perdido el respeto y ha dejado de ser intocable. Ha tirado por la borda su prestigio convirtiéndose en un lodazal de informaciones y editoriales sin mesura ni decencia. Apenas unas pocas voces aisladas resisten el temporal. Este es el legado que deja Juan Luis Cebrián, el gran muñidor de nuestra democracia, el hombre tras la tramoya.

06 julio 2014

Oligopolio mediático en España: cómo unos pocos se reparten todo

Se rasgan las vestiduras, nos hablan de dictaduras, denuncian que "regular" (como si no se hiciera ya) los medios de comunicación es un retroceso democrático, puro fascismo, o comunismo, les da igual cómo descalificar cualquier intento de mostrar a la gente una realidad mediática putrefacta en la que unos pocos con mucho dinero y poder se reparten los medios a través de los cuales establecen su agenda e imponen su relato del mundo. Un relato que continuamente prostituye la realidad social, la esconde, la convierte en anécdota pintoresca para sus telediarios... ¿Libertad de prensa? ¿Independencia? ¿En España? Nadie con dos dedos de frente puede ya no saberlo, se puede engañar, puede mirar a otro lado. Habrá personas a las que les puede dar más miedo otros modelos, otras alternativas, la radicalidad que a veces conllevan los cambios, la tentación de arrasar con todo para empezar desde cero. Eso lo entiendo, estaré en primera linea para criticar a iluminados totalitarios cuando realmente aparezcan pero ya basta de política de salón, de juegos de manos intelectualoides, algo hay que intentar, aunque fracasemos, porque no se puede defender ni aceptar bajo ningún concepto el modelo actual de concentración de medios en unas pocas manos en nombre de un liberalismo falaz y mentiroso que realmente es parasitario, un modelo que solo los gilipollas o los cínicos pueden a estas alturas apoyar. Y yo ando ya muy cansados de ambos. Por si alguien se quiere hacer una idea del nivel de corrupción y clientelismo al que están sometidos nuestros grandes medios, en manos de quien están desde el franquismo y el grado de dependencia que tienen de la banca y el gran capital aquí cuelgo un artículo escrito hace ya tres años. Desde entonces, con las fusiones y las ventas de medios, nada ha mejorado. Incluso ha empeorado

30 mayo 2014

Los perros rabiosos de la casta mediática se revuelven contra Podemos y Pablo Iglesias

Salen de las cloacas del poder, transpiran terror, se les nota inquietos, nerviosos, les ha sorprendido el vendaval de un movimiento ciudadano que de momento, por mucho que se empeñen, va mucho más allá de Pablo Iglesias y de su impacto televisivo. Pero no pretenden razonar, ni desean comprender las razones últimas por las que una parte de la ciudadanía, harta de los juegos florales de partidos claramente sometidos a través de sus caducos aparatos a los poderes económicos establecidos, ha decidido romper la baraja y participar en otro modelo político. Están asustados, rezuman incomprensión y rabiosos sólo despiertan de su letargo lisérgico para morder con furia a aquellos que amenazan su privilegiada posición social al servicio de sus amos. 

Podemos ha terminado por colocar en la agenda ciudadana lo que desde hace años ya era un clamor: la vergüenza de una casta política mediocre a la que nunca le afectan los problemas sociales del país y que está situada económicamente muy por encima de sus verdaderas cualidades  profesionales. Por no hablar de las famosas y obscenas puertas giratorias entre la política y el mundo empresarial, que permiten que políticos que tuvieron responsabilidad directa en la regulación de las actividades de ciertas empresas terminen incorporándose años después a sus consejos de administración con sueldos millonarios. Pero en España (como en muchas otras democracias occidentales) no se puede desligar esa casta política de esa otra casta superior, la de los poderes económicos, que es la que la corrompe y selecciona en su propio beneficio. Ni tampoco se puede olvidar señalar a ese tercer pilar del poder que termina siempre por destruir cualquier expresión de rebeldía: el periodismo servil de la casta mediática. Esa casta que estos días se está destapando en toda su esencia, con toda su podredumbre, mostrándose tal y como realmente es.

Los que desde muy jóvenes decidimos beber cada día de fuentes diversas de información y estar al tanto de las plumas y las voces del periodismo patrio conocemos perfectamente las carreras, las lealtades obligadas, los sueldos desorbitados, los favores debidos y el servilismo de una gran mayoría de periodistas que se han hecho mayores (tan mayores) haciendo como que informan de manera independiente y haciendo como que opinan libremente mientras sirven como altavoz mediático a políticos y grandes empresarios en una cruenta batalla sin fin para mantener el status quo vigente. Y esta semana he visto a muchos de ellos por primera vez en mucho tiempo asustados. Desorientados. Ofuscados. Nunca los vi tan rabiosos. Nunca tan maniqueos, tan demagógicos, tan descolocados, tan desatados en sus ataques. Nunca fue tan evidente que los años pasados conspirando en aviones, restaurantes o reservados de hoteles de lujo, intercambiando favores con políticos y empresarios mientras comían de la mano de sus señores y se disputaban las migajas del poder los han debilitado, los han convertido en ineptos, en torpes incapaces ya de tomar de nuevo el pulso a la calle y conseguir estructurar discursos que calen en los ciudadanos. Se han destapado, han tenido que mostrar su verdadera cara, esa que ocultaban tras ajadas máscaras de integridad profesional y trayectorias supuestamente intachables. Han recurrido al insulto personal, a la mofa y al escarnio, alimentados por un enorme rencor contra aquellos que vienen a poner en peligro su posición social. Son los mismos que se enriquecían haciendo por la tarde publicidad para los bancos y por la mañana “periodismo crítico” contra los que denunciaban los desahucios y las ayudas injustas a bancos como el que le pagaba. Sí, esos, seguro que ya les pones cara.

En el fondo no temen al programa político de Podemos, que desmenuzan para intentar demonizarlo o convertirlo en parodia. Al fin y al cabo es prácticamente el mismo que el de IU y otras fuerzas estables de la izquierda a las que nunca han prestado la menor atención. Lo que temen es la fuerza y la claridad con la que Podemos desnuda sin componendas las contradicciones de un sistema corrupto en el que poderes económicos, partidos políticos caducos y periodistas serviles se reparten el poder y construyen un discurso totalitario y hegemónico que trata de diluir las revueltas sociales y enmascarar la brutal asfixia en la que vive actualmente una gran parte de la sociedad española. Tienen miedo a Podemos porque representa una articulación real de la indignación ciudadana y saben que su ascenso popular chocaría directamente con sus privilegios de casta. La casta mediática siempre creyó y defendió ferozmente la vigencia del principio lampedusiano: “todo debe cambiar para que todo siga igual”. Y ahora se dan cuenta de que algunos realmente quieren cambiarlo todo para que todo por fin pueda ser diferente. Y eso, claro, los asusta.


Enumerar las descalificaciones de índole personal recibidas por Pablo Iglesias y sus votantes desde el día de las elecciones es prácticamente imposible. No ha habido tertulias de radio en cadenas como Onda Cero, la SER o la COPE, o columnas y editoriales de diarios como El Mundo, La Razón, ABC o El País (además de las televisiones, claro) en las que no se haya insultado, menospreciado, ridiculizado y humillado a Pablo Iglesias y a Podemos. Hay decenas de ejemplos: como ese tertuliano de la SER que abrumado intentaba relacionar de manera bochornosa a los votantes de Podemos con los seguidores de Belén Esteban; o ese otro famoso plumilla de la derecha echando bilis por la boca mientras escribía sobre “El coletas”; o ese otro tipo, sí, Felipe González, intentando atemorizar al personal con referencias casposas a la posibilidad “catastrófica” de existencia de una alternativa bolivariana en España (él evidentemente prefiere ese otro sistema en el que gracias a pertenecer durante dos décadas a la casta política uno se hace millonario gracias a desconocidas habilidades profesionales para “aconsejar” a grandes empresas energéticas).

El torrente de mierda lanzada sobre Podemos y su líder electoral es de tal magnitud que en gran medida se está volviendo en contra del propio sistema y está destruyendo los resto de credibilidad de la casta mediática. Estoy convencido que tras esta primera reacción virulenta que en muchos casos ya sólo provoca risa la segunda opción será procurar el silencio e impedir que los mensajes políticos de renovación que lanza Podemos lleguen con facilidad a los ciudadanos. Y que ese silencio sólo se romperá en los grandes medios cuando surjan noticias que parezcan mostrar incoherencias dentro de un movimiento en formación o cuando surja cualquier circunstancia que pueda ser utilizada para atacar con saña tanto en lo personal como en lo político a sus dirigentes, con el objetivo último de tirar por tierra sus subversivos planteamientos de regeneración política y social. Se escuchan ya voces indignadas en los medios de comunicación tradicionales clamando contra La Sexta y Cuatro, porque, según ellos, han servido de altavoces y han dado proyección pública a Podemos y sobre todo a su líder, Pablo Iglesias. Es increíble como la derecha más reaccionaria y los poderes neoliberales que son los dueños de la totalidad de los medios de comunicación más relevantes del país aún tengan la indecencia de quejarse de que Pablo Iglesias ha sido mimado por esos mismos medios. Es de chiste. O más surrealista aun escuchar a tertulianos quejarse de que al PP o al PSOE no se le ha dado la misma cancha en las tertulias políticas de los medios cuando la realidad es que los dos partidos principales de la casta política siempre están a todas horas presentes en los grandes medios lanzando sus mensajes. Pero claro, el problema es otro, el problema es que ya nadie se para a escucharlos un solo minuto porque nunca dicen nada, absolutamente nada, y no tienen credibilidad alguna para unos ciudadanos que terminan choteándose de ellos. Porque ejercen de charlatanes, porque ya no saben ser otra cosa que charlatanes y ni ellos mismos se creen ya aquello que dicen.

Pero estos “adalides” de la libertad de prensa (que en nuestras democracias significa tan sólo libertad de prensa para millonarios, que son los que se pueden pagar periódicos, radios y televisiones) que sólo encuentran en la censura la solución final tienen un par de problemas importantes. En primer lugar la comunicación ya no está tan jerarquizada como en el pasado y a pesar de la enorme fuerza de los medios de comunicación tradicionales han surgido nuevas formas de comunicación horizontales que el poder aún no tiene tan controladas y que hace más complicado que hace unos años dejar sin voz a quien estorba a las castas, así como mentir y manipular con la impunidad de antaño. Y en segundo lugar se olvidan de la clave fundamental de cualquier acto comunicativo: por mucho que controlen los canales de comunicación para así censurar la difusión de ideas alternativas, olvidan que para poder comunicar tiene que haber algo que comunicar y un receptor que confíe en aquel que emite el mensaje. Y eso ya lo han perdido. Porque no tienen mucho más con lo que engañarnos. Y porque cuando levantemos la cabeza y veamos a los de la casta mediática en las televisiones, los leamos en los periódicos o los escuchemos en las radios ya sabremos quiénes son, a quiénes sirven y cuáles son sus intereses. Por mucho que generen ruido, por mucho que nos llamen, que nos busquen y que intenten congraciarse de nuevo con nosotros muchos vamos a buscar la información en otra parte, vamos a participar en la comunicación de otras maneras, vamos a comprar y a promocionar otro periodismo crítico que informe y opine de manera honesta aunque no tengamos que estar necesariamente de acuerdo con lo que cuente, y vamos a intentar seguir construyendo de manera horizontal una información, una opinión y una forma de participación política diferente a la que ellos nos imponen. Para que cada de nuestros actos comunicativos en la red y en nuestro día a día sirva como contrapeso a las grandes fuerzas de la casta mediática. Inmersos de lleno en una guerra de guerrillas.

Así se repartían los grandes poderes económicos los medios de comunicación en España en 2011. A día de hoy la situación respecto a la pluralidad es aun peor. Pincha en la foto para verla en un tamaño mayor

08 abril 2014

Contramanifiesto por el cierre de nueve canales de la TDT (o por qué las leyes y las sentencias están para cumplirse)

España, el país de las libertades amenazadas… ¿Está usted de acuerdo? Imagino que sí, pero igual, cuando piensa en las amenazas a esas libertades ni se le ocurriría considerar que según la visión apocalíptica de Vertele, una de esas terribles amenazas que nos acecha es la pérdida de una serie de canales de la TDT que están en manos, fundamentalmente, de A3Media y Mediaset, esos adalides de la pluralidad mediática, esos campeones de la información objetiva e imparcial. Aquí transcribo y comento el manifiesto mediante el que la web en cuestión clama, desesperada, por una movilización ciudadana que obligue a dar marcha atrás al Gobierno y lo obligue a revocar esta decisión presuntamente liberticida. Los pelos como escarpias, la emoción desbordada, la indignación a flor de piel… Sí, lo entiendo, se ha despertado finalmente en usted el animal que lleva dentro, ésta es la gota que desborda el vaso, hasta aquí podíamos aguantar: ni los desahucios, ni la precarización del empleo, ni el rescate bancario, ni el paro sistémico, ni la dramática reducción del estado de bienestar… Nada, nada es comparable a esto… ¡Maldita sea!  ¡Malditos sean!... En fin, analicemos en profundidad el manifiesto:

Vertele se manifiesta en contra del cierre, instado por el Gobierno, de nueve canales de TDT que deben desaparecer, como muy tarde, el próximo seis de mayo.

Según lo anunciado por el Ministerio de Industria, tras una sentencia judicial del Tribunal Supremo, Atresmedia tendrá que clausurar tres canales, Mediaset deberá cerrar otros dos, al igual que Veo TV y Net TV. Por ello corren peligro de desaparición canales como Nitro, Xplora, laSexta3, LaSiete o Nueve entre otros.

Pues mal empezamos… ¿Qué significa eso de “cierre instado por el Gobierno […] tras una sentencia del Tribunal Supremo”? Resumamos para el lector interesado lo que puede leer aquí y aquí con detalle: el Gobierno, si termina cerrando esos canales (algo que hay todavía que ver) se limitaría a cumplir una sentencia del Tribunal Supremo que establece que la adjudicación que hizo en su momento el Gobierno de Zapatero sin concurso público de estos canales de la TDT fue ilegal. Vamos, que se trató de un dedazo indecente que contravenía la legislación vigente. Pero claro, igual esto no le importa una mierda a Vertele (parece lógico pensar que en este caso ejerce de marioneta sin complejos de Mediaset y A3Media) que ignorando decisiones judiciales y el obligado cumplimiento de las leyes en vigor parece preferir que sus lectores consideren que los canales se cierran por una decisión arbitraria del Gobierno… Detallitos intrascendentes…

Por todo ello Vertele ha decidido liderar un movimiento contra el cierre de canales, para evitar el apagón, basado en los siguientes razonamientos:

Venga, va,  reconózcalo, lo de “liderar un movimiento contra el cierre de canales” le ha llegado, lo ha emocionado, se ha sentido usted embargado por el poder de la subversión de una simple web que, como un Espartaco digital, se levanta contra el poder totalitario de un Gobierno intervencionista y fascista que se arroga el derecho de limitar las voces libres que el ciudadano puede escuchar… Suspiro profundo, mirada al infinito, tremenda satisfacción interna. Es evidente, se constata, es usted un libertario. Y A3Media y Mediaset son sus profetas.

- Los ciudadanos usuarios de televisión verán reducida la oferta actual en un 37,5%, perdiendo una oferta gratuita de contenidos televisivos como documentales o películas.

Ya se sabe que lo bueno de las estadísticas idiotas es que uno después puede interpretarlas como le de la gana. Para Vertele el cierre supondría la pérdida de casi el 40% de la oferta actual. Un terrible drama. Para la mayoría de españoles supondría la desaparición de una serie de canales que sobreviven a base de refritos, reposiciones, material enlatado, películas repetidas hasta la extenuación, teletienda e infames programas de tarot. Canales que habitualmente apenas duran unos segundos conectados antes de que el sano ejercicio del zapping decida dejarlos atrás una vez más. Con razón.

- Los espectadores, que tuvieron que hacer un gasto económico para hacer la transición hacia la TDT y modernizar sus televisores o receptores, ven ahora cómo la oferta se reduce sin que se disponga de ninguna información de las intenciones futuras del Gobierno.

- La desaparición de estos canales reduce también la pluralidad en los medios de este país.

Hay que reconocerlo: hay que tener mucha jeta para defender lo anterior y mantener la compostura como si de verdad se creyese lo que se dice. Descojone general… ¿Que "la oferta se reduce"? ¿Pero de qué oferta están hablando? ¿Que se pierde pluralidad? ¡Pero si casi hay ya hoy menos diversidad y pluralidad informativa en la televisión que a principios de los 90! ¿Dónde están los nuevos formatos? ¿Dónde está el riesgo empresarial? ¿Dónde está la inversión en nuevas ideas? ¿En qué canales tiene cabida la pluralidad de voces que conforman nuestra sociedad? ¿En qué canales se emite otra cosa que no sea entretenimiento huero e insustancial? Los de Vertele deben estar de coña. Estos canales que se mencionan (salvo alguna saludable excepción) sólo sirven para encontrar un hueco a producciones y programas convencionales que en general entrarían dentro de cualquier definición amplia de telebasura. 

- La industria de la producción y de los servicios de televisión, golpeada con dureza por la crisis, volverá a verse afectada por esta medida.

- La desaparición de cadenas de televisión provocará la pérdida de puestos de trabajo, tanto directos como indirectos, en productoras, estudios de grabación, grafismo, doblaje, montaje, atrezzo, maquillaje, estilismo, guión, realización, operación de cámara y limpieza.

Utilizar la potencial pérdida de puestos de trabajo debido al cierre de estos canales como elemento de presión social supone tal vez la mayor vileza de este manifiesto cínico, hipócrita y manipulador. Porque no recuerdo que Vertele ni los que ahora difunden (¿e impulsan?) dicho manifiesto (A3Media y Mediaset) hayan utilizado ninguno de sus altavoces mediáticos para denunciar la terrible precarización del periodismo y la industria audiovisual de nuestro país. Ni para denunciar los despidos, las reducciones de sueldo, las horas extras no pagadas. Ni para mostrar el miedo, ese puto miedo que el Gobierno, ése al que ahora critican, ha provocado con sus reformas laborales en todos los trabajadores privados de este país.

-Por estas razones nos manifestamos contra el apagón de los canales de TDT y pedimos a las autoridades competentes:

- Que se subsane, por una vía distinta a la del cierre total de canales de televisión, los errores formales que provocarán la desaparición de estos nueve medios de comunicación, tal como ha hecho ya el Gobierno en otras ocasiones.

Invitamos a todas las personas afectadas a sumarse a esta iniciativa. También lo hacemos a entidades, empresas y colectivos sociales a los cuales rogamos que apoyen esta petición.

¿"Errores formales"? Al dedo de dios (aka Zapatero) lo denominan errores formales, eludiendo de manera tramposa el trasfondo de la sentencia ya comentada del Tribunal Supremo, que obliga al cierre de esos nueve canales porque fueron adjudicados sin el obligado concurso público. Si hay pocas dudas ya de algo en este país es de lo bien que funciona el  nepotismo, las influencias y el poder de las grandes empresas para conseguir prebendas de las Administraciones públicas. Y ahora, además, apelando de formar torticera a las emociones primarias, pretenden que los ciudadanos las ayuden a saltarse las leyes y las sentencias judiciales sirviendo como soldados rasos en la defensa de sus intereses privados

Final: tal vez lo más deporable del manifiesto es cómo obvia que el cierre de estos canales por mandato judicial no conlleva la irremediable desaparición de la posibilidad de nuevos canales. Lo que hace es abrir la puerta a la convocatoria de un nuevo concurso público en el que las empresas interesadas podrían pujar en igualdad de condiciones por unas licencias televisivas que estaban hasta ahora, según el Tribunal Supremo, ilegalmente en manos de A3media, Mediaset, Veo TV y Net TV. De manera que, si usted es capaz de sobrellevar el ruido mediático que Vertele va a conseguir gracias a la difusión "casual y desinteresada" de su manifiesto por todas las televisiones privadas, tendrá que pararse a reflexionar sobre la estomagante capacidad que tienen los poderes mediáticos para conseguir que sus intereses económicos parezcan también  algo fundamental por lo que la ciudadanía debe luchar. Hasta este momento ya llevan 4000 firmas...  ¿En serio que usted también los va a apoyar?

30 enero 2014

Yo compraba El Mundo

Yo compraba El Mundo. Ahora, en ocasiones, también lo hago, claro, pero no es lo mismo. Yo antes compraba El Mundo. Cuando significaba algo. Cuando hacerlo (como descubrí muy pronto) significaba enfrentarme a muchos amigos, de aquellos que decían tener entonces las mismas ideas sociales que yo y que a día de hoy serían incapaces de reconocerse en aquellas versiones de sí mismo. Elegía ese diario sobre todos los de la competencia porque lo prefería al rancio conservadurismo del ABC, a la casposa progresía de salón de El País y a la anorexia informativa de los diarios locales. Ahora sólo lo compro por costumbre, lo leo con desidia, a veces con asco, siempre con recelo. Y no hacerlo ya no significa nada porque sé que nada me pierdo cuando no lo hago. Cuando lo compraba, cuando leerlo era importante para mí, cuando me asomaba a la vida adulta y a la vida universitaria y desesperado buscaba mi lugar en el mundo escribía Umbral, el más grande, el que imponía el nivel, me deslumbraba la escritura de Albiac, me divertía el cinismo de Losantos, me imponía respeto Hidalgo, despertaba mis instintos subversivos Javier Ortiz, alucinaba con Boyero, me reconocía en jóvenes columnistas como David Torres. El Mundo era una fiesta para el lector, un batiburrillo ideológico de voces diversas y pensamientos dispares donde la opinión argumentada establecía el paradigma imponiéndose al tratamiento editorial de las noticias. Precisamente eso era lo que yo quería encontrar, lo que buscaba cada día, lo que necesitaba. Cuando el columnismo era significativo, incluso brillante. Y todo aquello sucedía cada día, día tras día, al módico precio de cien miserables pesetas. Ahora, con la perspectiva que da el paso del tiempo, es tan triste como inevitable constatar lo fácil que fue vivir en la oposición, a la contra, defendiendo ideales  que parecieron ser un faro moral hasta que se convirtieron en la excusa para ganar dinero y conseguir poder e influencia. El director de todo aquello, el inspirador, el alma de aquella utopía periodística que tan poco tiempo duró fue Pedro J., un personaje singular, un tipo muy particular, con enorme carisma, con una ambición sin límites, alguien que se creía heredero de una tradición de periodismo independiente y salvaje que seguramente jamás existió. Y que desde luego él tan sólo interpretó. Mientras le convino. Eran otros tiempos, los estertores del felipismo, eso que ya a los jóvenes empiezan a conocer con la misma distancia que el franquismo. Algo mucho más difícil de explicar.

Pedro J. deja El Mundo. A Pedro J. lo echan de El Mundo. En el fondo no deja de ser paradójico que una de esas asépticas decisiones empresariales, basadas en la más estricta rentabilidad del producto que ese capitalismo expansivo que él ha defendido desde las páginas de su diario suele tomar, sea la que lo expulsa del barco. Lo que hace que lo purguen. En un bote, a la deriva, en soledad, con tanto dinero como decepción vital. Pedro J. ha sido arrojado al mar, es obligado a abandonar su creación, a dejar atrás su vida, su legado. Ya no es necesario. O mejor dicho, se había convertido en una molestia para el sistema, en una incomodidad, con el agravante de que encima ya ni siquiera era rentable, de hecho era deficitario. Estaba condenado. Su derrota es una consecuencia más del contexto socioeconómico que él contribuyó a consolidar. Sobra. Molesta. A la puta calle.

Yo compraba El Mundo. Cuando era joven. Mucho antes de que el periódico feneciera. Mucho antes de aquel desgraciado 11M que terminó de destapar las miserias profesionales de un Pedro J. conspiranoico, intrigante y obcecado. Mucho antes de que su obsesión por el poder convirtiera su periódico en un panfleto insustancial con una voz monocorde en el que la lucidez independiente de sus columnistas fue sustituida por un servilismo mediocre insufrible carente de toda inteligencia. Hace mucho tiempo. Hace ya tanto tiempo.

07 junio 2013

Megatertulianos, mentiras y tampodkas de riesgo

Hace un par de noches tuve el “placer” de asistir a un nuevo episodio protagonizado por algunos de esos megatertulianos que recorren incansablemente cada día las radios y televisiones españolas, iluminando al mundo con su singular sapiencia y preparación. Desbordados por su propio conocimiento e incapaces de contenerlo en los límites de sus cerebros, se ven en la obligación de compartirlo con nosotros tratando sin ningún problema lo divino y lo humano, lo político y lo social, lo económico y lo deportivo, lo cultural y lo científico. Saltando de un tema a otro con una facilidad pasmosa. Sin jamás permitirse un atisbo de duda, un momento de debilidad, un segundo de reflexión interior, de honestidad intelectual que les permita reconocer que hay algunos asuntos que no pueden tratar, de los que no pueden opinar porque, simplemente, no tienen ni puñetera idea. Pero hay que reconocer que es cuando aparece la ciencia, cuando se ven obligados a hablar de asuntos con ramificaciones científicas, cuando el chiringuito renacentista que tan dificultosamente intentan construir se les derrumba sin compasión encima de sus cabezas. Cuando de improviso, a traición, aparece en la tertulia algún tema de este tipo, se les nota que son incapaces de cambiar la plantilla que usan para debatir los demás asuntos y se precipitan al vacío sin posibilidad de salvación. Es, curiosamente, cuando mejor podemos advertir su impostura habitual, sirviendo además de reflejo del deplorable analfabetismo científico en el que vive inmersa nuestra sociedad.

Situémonos: estamos ya finalizando la tertulia de La Brújula, en Onda Cero, el programa que dirige Carlos Alsina, que ha pedido opinión de un último asunto a sus megatertulianos a cuenta de una propuesta del Ministerio de Sanidad para que se multe a los padres cuyos hijos adolescentes tengan intoxicaciones etílicas con cierta asiduidad. Después de haber arreglado la economía, la política y la judicatura de nuestro país, nuestros chicos están crecidos y no tienen duda alguna de que también pueden solucionar el problema del alcoholismo juvenil. Ese problema que cada año “sorprende” a los españoles. Desde hace más de veinte años.

Tras haber sentado las bases sobre cómo debe arreglarse este problema para siempre, Carlos Alsina lee sobre la marcha un tuit o mail enviado por una seguidora del programa que nos advierte sobre la (según ella) “moda que se ha extendido entre los adolescentesde emborracharse introduciéndose tampones empapados en alcohol en su cuerpoAlsina que, pudoroso, omite donde se introducen estos tampones, no sólo lee el mensaje, no sólo no cuestiona la información un segundo, no sólo no duda sobre la posible veracidad de lo afirmado, sino que da la información por buena de inmediato, la convierte por lo tanto en verdad mediática para sus miles de oyentes y le lanza el hueso a sus chicos, que no vacilan en lanzarse sobre él, hambrientos, deseosos de dar su opinión y de llegar a terribles conclusiones sobre la deriva social de un imperio occidental en evidente decadencia.
 
 
Después de que Alsina abra la puerta advirtiendo de “la moda” alcohólica juvenil actual, comienza el espectáculo. El hueso está en el aire y la jauría se lanza a por él: 

Megatertulianos (a coro): “sí, sí…

Por supuesto, son expertos, saben de todo, también de tampones, faltaría más, y sin son mojados en vodka, especialistas, incluso…

Megatertuliano1: “es una moda desgraciada que, efectivamente. […] sirve para acelerar…" 

Carlos Alsina: “…el efecto es inmediato, pasa directamente el alcohol a la sangre…

A ver, a ver, centrémonos, señores… ¿En serio saben de lo que están hablando? ¿No han oído hablar nunca de las leyendas urbanas, de los bulos que corren por la red? ¿Ni un vistazo rápido a informaciones serias como ésta, de Magonia, que nieguen la realidad del fenómeno? ¿No se pueden parar a plantearse un momento qué significa meterse un tampón con alcohol? ¿El dolor inmediato que debe producir? Algunas personas lo han hecho, para experimentar y contar lo que se siente (algo no demasiado satisfactorio, claro). Otras han recurrido a algo tan antiguo como el método científico y han hecho un experimento que demuestra la dificultad que supone introducir ese tampón en ningún sitio una vez absorbido el alcohol. Pero la experiencia no interesa cuando de lo que se trata es de construir noticias sensacionalistas que alarmen a la sociedad. Molan más. La ciencia les aburre. 

Megatertuliano2 (se da cuenta de que su compañero le está restando protagonismo, sabe que debe intervenir rápidamente, diciendo lo que sea, lo primero que le venga a la cabeza, rápido, rápido, alguna cosa que parezca inteligente, un apunte con sello propio…): "¡¡Esto en el caso de la chicas!!"

Qué capacidad la del tipo. Los tampones, aunque sirvan para emborracharse, deben ser sólo para las chicas… No parece poder imaginarse que tal vez un chico también se lo puede meter por el ano en busca de esa borrachera legendaria que están ellos mismos, los megatertulianos, divulgando (promocionando) sin base alguna. Tal vez pensarlo le genere alguna molestia inasumible en público a través de las ondas… ¡¡¡Ayy!!!, los tabús...

Megatertuliano1 (el tío la caza al vuelo… Al carajo el tema que se está tratando, en el fondo se la suda, pero si el comentario de su compadre sirve para atizar a las sociatas…):  …¡las jóvenas!...” (se ríe…).

Qué agudeza. Cuánta inteligencia. Qué fino sarcasmo… Volvamos a los tampones…

Carlos Alsina sigue a lo suyo y empieza a meterse en un berenjenal de cuidado: “…se introducen el tampón y la embriaguez es casi inmediata…

¿¿¿Cómo???  Era de esperar, cuando uno no sabe de lo que habla y no se informa termina diciendo tonterías… Al Introducirse tampones impregnados en alcohol en la vagina o en el ano es cierto que ese alcohol pasaría más rápido a la sangre que a través del aparato digestivo (como cuando se bebe), pero para embriagarte, para emborracharte, necesitas la misma cantidad de alcohol de siempre. El hecho de que pase más rápido a la sangre no significa que la concentración de alcohol en sangre vaya a ser mayor. Y eso, megatertulianos, es lo que te provocará la borrachera… Vamos, que el chico o chica que quiera disfrutar de semejante “fiesta alcohólica” va a tener que introducirse un montón de tampones en su cuerpo para llegar a la fase de la “exaltación de la amistad”… Si por el camino no acampa en el baño, claro, que es donde se va a pasar la mitad de la noche... Tampoco es cuestión de colocarse el tampón en público, ¿no?

Megatertulianos (a coro): “claro, claro… pasa a la sangre” (recordemos que según ellos,  eso provoca ya una borrachera inmediata).

Megatertuliano2 (de fondo, casi inaudible, ha tenido una ocurrencia y la quiere compartir): “…te metes el tampón en la nariz…"

Claro que sí, eso es rigor informativo y los demás son tonterías… El tío ha descubierto que no será por el ano pero que él mismo, tal vez, por la nariz, pueda conseguir un pedo interesante... Lo de que un tampón le quepa a alguien en los orificios de la nariz… En fin, ya sería cuestión de que haya existido un trabajo previo de zapa durante muchos años haciendo pellas en los semáforos…

Carlos Alsina se crece y se le empieza a ir el asunto de las manos: “...tu familia no te puede ver beber porque no has bebido…

Lo cual parece razonable. Sería complicado que te viesen beber (incluso agua) si no es porque realmente la bebes… Otra cosa es que se refiera a que no te ven beber alcohol, pero teniendo en cuenta que los adolescentes no suelen hacer los botellones en la calle de la casa de sus padres, me parece a mí que el comentario se desmorona por sí mismo…

Carlos Alsina: ...puedes hablar y no se te nota que estás bebida porque en el aliento no se te percibe...”

Joder. De lo mejor del corte. Están los tíos hablando de conseguir una borrachera de leyenda “acelerada e inmediata” y no se le ocurre a Alsina otra cosa que decir que la borrachera no se te notaría porque no te huele el aliento. En serio, qué nivel. Me parece a mí que cuando estás borracho hay otros muchos indicios que harían sospechar a cualquiera que llevas una encima de cuidado… ¿De verdad que hace falta que alguien te huela el aliento para comprobar que estás borracho?” Ufff... Tal vez los miembros de La brújula debieran ver este vídeo 

Carlos Alsina: “…esto tiene un riesgo elevadísimo…

Y tanto que lo tiene, pero no por lo que él piensa.… El riesgo es creerse estas historias sin reflexionar sobre el contexto científico que debe sustentarlas. El riesgo es más bien similar a pensar que comiendo chirimoyas te vas a curar de un cáncer. El riesgo es caer en el pensamiento irracional, en el pensamiento mágico, mediante el que se termina creyendo que las cosas ocurren misteriosamente, sin que haya explicación, o asumiendo falsas explicaciones fruto de una pobre formación científica. En siglo XXI. El riesgo del tampodka es físico por las lesiones que puede producir el alcohol en zonas muy sensibles del cuerpo humano. Lo demás son tonterías. Lo que sucede es que tampoco parece que sea verdad su historia, ni que sea una moda, ni que el fenómeno esté extendido. De hecho la información que la oyente da al principio y que Alsina reproduce sin contrastar (periodismo en estado puro), en relación a los casos que los hospitales de Asturias han tratado, ha sido desmentida por el Servicio de Salud del Principado de Asturias mediante un comunicado.

Megatertuliano1 (asevera, peloteando al jefe): “¡¡Elevadísimo!!...

Jajaja… ¡Qué crack! 

Megatertuliano1 (continúa): “…además es una aberración que suprime el posible factor placentero que puede tener la bebida, que es degustarla... es directamente ir… 

Megatertuliano2 (ahí, al quite, golpeando a placer la pelota que le ha dejado su compañero): "...¡¡¡Al coloque!!!..." 

El surrealismo invade las ondas. Casi da pena que alguno no esté lo suficientemente lúcido para parafrasear a Tierno Galván: “el que no esté colocado, que se coloque (el tampón)... y al loro”. En todo caso, los apuntes del megatertuliano2 aportan siempre un punto de intelectualidad abrumador.

Megatertuliano1 (empieza a forzarlo, desfallece, no sabe ya qué más decir, los recursos se le agotan…): “…es la utilización del alcohol como droga en estado puro

No te jode. Y cuando nos dan barra libre en las bodas estamos utilizando el alcohol como una infusión contra la ansiedad…

Carlos Alsina asiente, ya sin mucho entusiasmo… Está ya en otra cosa, ahora toca pasar a las noticias más relevantes de la prensa del día siguiente. La labor de servicio público ya está hecha. En minuto y medio han ayudado a divulgar una falsa noticia sobre un fenómeno que no parece que se esté produciendo en España y que, en todo caso, no se ajusta a ninguna de sus ideas preconcebidas que ellos tienen en relación a cómo afectaría al cuerpo humano. Periodismo de calidad. Periodismo al servicio ciudadano. Alarmismo barato sin base científica. Con dos cojones.

31 mayo 2013

Periodismo basura al servicio del Poder

Llevamos ya muchos años asistiendo a discusiones viscerales acerca de cómo podrá sobrevivir la prensa escrita tradicional, el periódico de papel, al inevitable empuje de Internet, que ha (mal)acostumbrado a muchos ciudadanos a acceder a una gran cantidad de información (ya sea relevante y de calidad, ya sea anoréxica y por tanto sin valor) sin aparente coste alguno. A pesar de lo que los dueños de los grandes emporios mediáticos suelen proclamar en sus vacíos y ampulosos discursos acerca de la necesidad de pervivencia del periodismo de pago, lo cierto es que desde hace años asistimos en España a un insoportable deterioro de la calidad de los contenidos que nos ofrecen los grandes periódicos tradicionales. Desde hace ya demasiado tiempo, y no sólo por la crisis y los despidos, las grandes cabeceras parecen no querer retener ni dar importancia a sus lectores más preparados, a los que siempre estuvieron dispuestos a pagar por una información interesante y de calidad, más allá de las públicas ideologías de los medios en cuestión. Inmersos en sus luchas de trincheras, preocupados por la inmediatez de las ventas a corto plazo, ahogados por las deudas de sus empresas matrices a estos periódicos se les ha olvidado, en el peor momento para ellos, el valor añadido que supone construir noticias con cierta densidad y bien documentadas. Y digo en el peor momento porque justo es en esta época, gracias a Internet, cuando las informaciones que publican y los mensajes ocultos que con ellas quieren transmitir son más fácilmente analizables. Cuando más sencillo es desvelar la pobreza intelectual y la miseria de lo que tratan de hacer pasar por información y tan san sólo es rancia ideología o defensa de las políticas de políticos junto a los que han cavado profundas e interesadas trincheras. Hace poco Daniel Ruiz escribía de manera muy acertada acerca de cómo pequeños medios, cuyo negocio se desarrolla fundamentalmente en la red, estaban aportando aire fresco al periodismo español a base de volver a dar importancia a los contenidos, utilizando el medio pero no convirtiendo a éste en el protagonista. Si los periódicos de papel no terminan de entender que ése es el único camino posible para sobrevivir vamos a ver como mueren muchos de ellos en el inevitable tránsito final a lo digital.

Hace un par de días, en El Mundo, en el periódico de papel, me encontré con esta noticia (que no he conseguido encontrar en la web) firmada por Luis F. Durán:



El Mundo dedicaba toda una página, una página completa, una página sin publicidad, una de sus escasas 70 páginas (que ya vienen repletas de anuncios y de información huera y sin valor) a una noticia que no es noticia, a una información que de nada informa, a una construcción argumental delirante sustentada en el más absoluto vacío a partir de unos datos estadísticos que decían haber sido recopilados por el Gobierno de la Comunidad de Madrid. Los que llevamos años leyendo periódicos, cualquier aficionado a la fotografía o analista de del lenguaje periodístico, o simplemente alguien que no lea de manera despistada el periódico puede comprender que esa noticia que no es noticia, que esa información que de nada informa, está construida tan sólo como objeto propagandístico de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Los motivos por los que esto es así habría que preguntárselos a Pedro J. La mitad de la página es ocupada por una enorme foto de la Consejera de Educación, Lucía Figar, con una tiza en la mano, envarada,  en una postura antinatural, dentro de un aula (seguramente pública, de las que sólo ha pisado en los últimos años, ya que nunca se educó en ellas), remarcando en la pizarra la “importancia” de la ley de autoridad del profesorado, en un gesto que es reforzado por la potencia de un titular simplificador, maniqueo y tramposo:

A más autoridad, menos castigos

Lo que el artículo pretende transmitir (el escaneo no es el mejor y no se puede leer la noticia al completo) es que el supuesto descenso de la conflictividad en las aulas madrileñas es debido única y exclusivamente a la insustancial e irrelevante ley de autoridad del profesor, aprobada por la Comunidad de Madrid en junio de 2010. Para alguien como yo, que lleva trabajando más seis años en el ámbito de la educación pública madrileña, no puede haber mayor disparate que esa correlación argumental que el artículo trata de imponer sin pruebas al lector. La ley de autoridad del profesor no existe en los centros educativos. Ni se respira, ni se siente, ni está presente en el día a día educativo. Cualquier profesor de cualquier instituto madrileño podría confirmar esto a poco que se hicieran las preguntas de manera adecuada (saber qué preguntar y cómo hacerlo, no para obtener lo que uno quiere escuchar sino para que el entrevistado se exprese, es clave para realizar un periodismo de calidad). Es una ley fantasma, ni siquiera me atrevería a calificarla de errónea. Tan sólo puedo asegurar que es absolutamente intrascendente en la labor de la gran mayoría de los profesores. Entiendo que en algún caso puntual, gracias a la dichosa “presunción de veracidad”, haya podido servir para proteger a algún profesor denunciado  (otra cosa es que eso sea en sí mismo positivo), pero de ahí a hacerla responsable y causante de la disminución de la conflictividad de la educación madrileña es algo tan necio que uno jamás esperaría encontrárselo en las páginas de un periódico supuestamente serio como El Mundo. O lo esperaría encontrar como argumento del poder establecido, contrarrestado por un trabajo serio de investigación periodístico que lo mande al basurero intelectual del que surgió.

Pero como lo lógico es que lo que se publica a página completa en un diario tan importante como El Mundo no sea ni casual ni poco reflexionado lo único que se puede considerar es que el diario ha decidido por motivos espurios hacer de de gabinete de comunicación de la Consejeria de Educación de Madrid, engañar a sus lectores y prostituirse de manera obscena para permitir que Figar y su controvertida política educativa (que le ha hecho enfrentarse a toda la comunidad educativa) encuentren una vía de escape, un falso argumento en el que atrincherarse para promocionar entre los suyos que su labor aporta efectos positivos a la educación. Efectos que, aunque no sean reales, aunque sean objetivamente indemostrables, aunque tal vez puedan ser debidos a otras causas completamente diferentes, puedan ser utilizados para obtener una repercusión positiva en la opinión de los futuros votantes. Siempre que haya un periódico de gran tirada dispuesto a utilizar sus páginas como soporte publicitario institucional sin advertir de ello a sus lectores.

Investigando por la red, intentando descubrir el origen y las repercusiones de una noticia como ésta, me sorprendió encontrar esta pieza del telediario de Telemadrid. Utiliza los mismos datos, los mismos argumentos, las mismas ideas. El mismo día. Información clonada de la publicada por El Mundo, Sin matices ni controversias. Tan sólo enunciando el dogma, de manera incuestionable. Casualidades.


Llevaba mucho tiempo sin acercarme a la cadena de televisión pública madrileña. Los recortes, el puño de hierro con el que el PP madrileño controla todo lo que allí se emite, la imposibilidad de reconocerme como madrileño a través de sus ondas. Todo hace recordar casi con nostalgia el mismo canal autonómico que conocí hace ya más de diez años. Al mismo tiempo, he de reconocer que su increíble nivel de complacencia con el Gobierno madrileño nos proporciona en este caso, de nuevo, una pieza periodística impagable. No sólo muestra un nivel de sometimiento a dicho Gobierno bochornoso, sino que también muestra la indigencia de recursos con los que cuenta hoy la cadena de televisión: la pobreza del reportaje es lastimoso. La manipulación mediante la edición de lo dicho por la profesora, la entrevista con el chaval para intentar refrendar una idea preestablecida y el cierre final, apoteósico, con alusión al PSOE y a IU como opositores a esta arcadia educativa que se nos presenta, en la que los conflictos se han solucionado por la existencia de una ley mágica, son pruebas irrefutables del catastrófico nivel que ha alcanzado la televisión autonómica. Todo es tan lamentable, provoca tanta pena, tanto asco, que si no fuera porque lo pagamos entre todos, sólo serviría para provocar unas risas.

No tengo datos suficientes que me confirmen si realmente la conflictividad en las aulas madrileñas ha descendido o no. Mi experiencia me dice que no, pero por supuesto ésta es limitada a unos pocos centros. No tengo ni idea de si hoy los profesores están poniendo menos sanciones. Puedo incluso asumir que esos datos presentados por la Consejería de educación a través de sus medios institucionales, El Mundo y Telemadrid, son reales. Lo que no sería capaz, como ellos, es de establecer una teoría simple e interesada de por qué estos hechos, si es que son verdad, se han producido. Podría especular, claro, con una mayor base de verosimilitud que la presentada por estos medios, que este descenso de la conflictividad contable podría ser debido por un lado a las huelgas del curso pasado (que provocaron que los posibles conflictos educativos pasaran a un segundo plano) y por otro lado a la mayor presión a la que está sometido un profesorado al que, además de aumentarle las horas lectivas, le han impuesto en muchos centros que sea él y no la jefatura de estudios el que gestione los potenciales conflictos que se generen con los alumnos, lo que significa una sobrecarga laboral inasumible para gran parte de los profesores, que prefieren dejar pasar pequeños conflictos y provocaciones de alumnos antes que tener que gestionar ellos mismos las consecuencias de denunciar tales comportamientos. En todo caso, más allá de los datos y de las especulaciones, es necesario trasladar a la opinión pública que es absolutamente falso que la ley de autoridad del profesor haya significado alguna mejora en el clima educativo. Y que noticias como la de El Mundo son una mera traslación escrita de la voz política de sus amos, fruto del envilecimiento de un tipo de periodismo institucionalizado y decadente que crece a la sombra del poder, reflejo de un tipo de información anoréxico, que es dañino por inane. La expresión más evidente del grave problema que acucia a un periodismo basura que no sólo no informa, sino que desinforma a los ciudadanos por intereses ocultos.

12 abril 2013

El funcionario escindido: otro tonto útil

Leo la anécdota en el ameno y clarificador ensayo Keynes vs Hayek, escrito por Nicholas Wapshott. Friedrich Hayek, el que se convertiría en adalid de la rebelión contra el intervencionismo del Estado en los asuntos económicos de los ciudadanos, recién llegado a EEUU, con apenas 24 años y sin posibilidad de contactar con la persona que iba a contratarlo para una universidad norteamericana estuvo a punto de trabajar como friegaplatos en un restaurante para poder mantenerse en EEUU sin que lo deportaran. Finalmente el problema se solucionó y entró a trabajar en la universidad, pasando así a ser un empleado público, uno más, uno de de tantos, de índole intelectual, sí, profesor universitario, de acuerdo, pero un trabajador público más al fin y al cabo cuya labor sólo podría desarrollarse (entonces y ahora) bajo el paraguas del Estado, de su arquitectura institucional. No era la primera vez que trabajaba en el ámbito de lo público, ni fue la última. Ni mucho menos. En diferentes países. En su caso, durante toda su vida. En sus 92 años el famoso economista jamás trabajó para el sector privado (habría tal vez que descontar los poco más de diez años en la Universidad de Chicago, que el autor del libro parece obviar que era privada). Su caso es paradigmático. Es la gran figura, el Messi ultraliberal, aquél al que idolatran todos los liberales dogmáticos, todos los que creen en la posibilidad utópica de un libre mercado ajeno a las interferencias políticas, los que defienden la existencia de un Estado mínimo que no interfiera en el equilibrio “natural” de los mercados. Cuando hablan de Estado mínimo no es difícil establecer a qué mínimo Estado se refieren, claro. Al que los proteja a ellos, a la élite, de los miserables que peleen por su supervivencia.

09 marzo 2012

La Prensa-basura contraataca (II)



1) Portada de La Razón el día después de que decenas de miles de españoles se manifestaran por las calles de las principales ciudades del país para protestar contra la reforma laboral.


¿En serio? ¿En serio que esa foto con ese titular puede ser considerado información? ¿En serio que el director de La Razón considera que a esas manifestaciones sólo fueron afiliados de los sindicatos? ¿En serio que el mensaje sindical de esa mañana fue “a tomar cervezas”? ¿En serio que esa foto elegida representa el espíritu de los que estuvieron allí? ¿En serio creen que el burdo montaje cutre de esta portada podía pasar inadvertido? ¿En serio que se les puede no caer la cara de vergüenza a los profesionales que trabajan en La Razón cuando ven este tipo de portadas? ¿En serio? 

2) Noticia de ABC donde se “informa” (sin aportar ninguna prueba) de que profesores de instituto han instigado las protestas estudiantiles de Valencia prometiéndoles aprobados a sus alumnos si se manifestaban. Así dice el titular y la entradilla:

Investigan si algunos profesores han instigado las protestas estudiantiles
Los padres se quejan de que a los alumnos se les garantiza el aprobado si salen a manifestarse
 
 
En el interior de la noticia insinúan que el tema está en manos de la policía y de la inspección… El texto está lleno de insidias y acusaciones directas puestas en boca de estudiantes y padres genéricos, sin nombre, sin una sola prueba encima de la mesa y sin que parezca que, con el tiempo, el periódico haya seguido tirando el hilo de la noticia para ofrecer a sus lectores verdadera información y no basura amarillista. El texto sólo sirve para difamar y estigmatizar a los profesores. Una vez más. En el fondo lo que pretendían era distraer la atención sobre el verdadero origen de las protestas estudiantiles para que sus lectores no reflexionran sobre por qué miles de jóvenes estaban manifestándose en contra de los recortes educativos que se están produciendo en la Comunidad Valenciana. Había además que reenfocar la noticia para alejarla de la imagen de los días anteriores en los que la violencia policial había conmocionado a muchos ciudadanos, por lo que era necesario encontrar unos chivos expiatorios que fueran los verdaderos causantes de las algaradas: ¿por qué no los profesores? Claro que la sigueinte pregunta que habría que hacer sería: ¿por qué no continuó el periódico por esa línea editorial (porque estas noticias son editoriales, no información) los días posteriores? Pues muy sencillo, porque de manera inteligente el PP decidió que era mejor dejar de dar palos a los estudiantes y permitir que las manifestaciones y los movimientos se disolvieran por sí solos. Como así ocurrió, demostrando que más allá de pequeños grupúsculos que intentaron aprovecharse del asunto para armar gresca, la realidad fue que las manifestaciones estudiantiles habían resultado ser algo espontáneo y no premeditado que murieron al no ser alimentado su fuego.

3) Portadas de La Razón y ABC tras algunos incidentes producidos en Barcelona tras las manifestaciones estudiantiles los días posteriores a la violenta intervención policial en valencia
 


Como lo de Valencia no había dado de sí lo que los medios conservadores esperaban porque las miles de personas que se manifestaron los días posteriores a los incidentes protagonizados por la policía y los estudiantes del IES Lluis Vives lo hicieron de forma pacífica, dichos medios parecían esperar con anhelo tener algo con lo que hablar de algaradas callejeras, desórdenes violentos y el peligro de desestabilización social que las manifestaciones estudiantiles estaban provocando por todo el país. De paso podían atacar a un PSOE acomplejado que pasaba por allí y estigmatizar a los jóvenes que se habían manifestado esos días por España, aunque lo único que pidieran era tan sólo que no se recortase más en servicios públicos esenciales como la educación. Los pequeños altercados de Barcelona (no muy diferentes a los que protagonizan esos mismos jóvenes en las celebraciones por las victoria del Barcelona) permitieron frotarse las manos a La Razón y a ABC y sacar unas portadas dignas de de Mad Max, mostrando fotografías con primeros planos muy cerrados en las que se intuía un caos y un desorden propios de un apocalipsis social provocado, según ellos, por una izquierda antisistema alentada por el PSOE. De traca.

4) Artículo de fondo (jajaja) de ABC donde se analizan los diferentes grupúsculos responsables de la agitación callejera. Su titular y su entradilla eran los siguientes:
"Los 10 grupos que agitan la calle"
"La policía identifica a una decena de colectivos universitarios que buscan sembrar una lucha "a la griega” bajo la excusa de los recortes sociales"


Una de las joyas de la recopilación, sin duda. La redacción de la entradilla permitiría por sí sola su presencia en ella. Vamos, que lo que estos grupos quieren es liarla en la calle y lo de los recortes no es más que la excusa para hacerlo. Los chicos de La Naranja Mecánica reencarnados en jóvenes españoles deseosos de violencia para estimular sus aburridas vidas. La verdad es que el  pretendido artículo de fondo (de obligada lectura) es tan deleznable, miserable y exagerado que terminaría provocando la hilaridad y la vergüenza ajena sino fuera por los estragos que hace la lectura confiada de estas informaciones en los consumidores de mayor edad de estos diarios, a los que se les confunde, atemoriza y manipula sin compasión. Tras acusar a grupos anarquistas y de ultraizquierda de instigar las movilizaciones estudiantiles, el articulo afirma, apoyándose en información descontextualizada de la Policía, que su financiación proviene del ¡Rectorado de la Universidad de Madrid!, y da un salto brutal atrás en el tiempo (¡a 2009!) para recordar que entonces ya se intervino una furgoneta con gasolina para hacer cócteles molotov conducida (¡cómo no!) por miembros de IU (¡ese radical  y antisistema partido político!). No queda muy claro si eran delincuentes por ser de IU o eran de IU por ser delincuentes… Pero en todo caso los lectores de ABC, a esas alturas de la noticia, ya deben pensar que en España se está desatando una nueva conspiración judeo- masónica-comunista para atacar al legítimo y “ordenado” Gobierno del PP.

Pero la apoteosis, el delirio total, el dislate máximo llega al final del artículo, cuando se describen uno a uno los diez "peligrosos" grupos  antisistema  que  amenazan las calles españolas y mezcla sin ninguna vergüenza a asociaciones políticas, anarquistas, okupas y… a la ¡la marea verde!... Claro que sí, no podíamos faltar los profesores en todo este jaleo (tenemos infiltrados en todos los estratos de los grupos antisistemas y manejamos sus luchas a nuestro antojo…¿no lo sabíais?). Así es, en el décimo lugar (se ve que les faltaba algún grupo "malvado" para completar la lista) y a través del 15M para que se identifique y quede claro que todos los posibles enemigos del PP hacen piña, dice: “15-M Educación. En esta sección del Movimiento 15-M se engloba, según los datos policiales que se manejan, el grueso de la llamada «marea verde», la parte del profesorado madrileño contrario a los recortes...  jajaja... En fin, no dudo de que hay compañeros profesores inmersos con naturalidad en el movimiento 15M, pero de ahí a decir que el grueso de la marea verde está englobada ahí… La verdad, no veo yo a muchos de mis compañeros debatiendo cada semana largas horas en las asambleas de barrio de Madrid… Lo dicho, delirante.

5) Noticia de El Mundo en relación al líder de las protestas contra la privatización de la empresa pública que gestiona el agua en Madrid



Esta noticia provoca tanta vergüenza, contiene tantas mentiras, es tan abyecta, tan grosera en su redacción, está construida con el objetivo tan evidente de ridiculizar un movimiento ciudadano mediante la destrucción de la imagen pública de una de las personas que lidera las protestas, que sólo sirve finalmente para desprestigiar al periodismo en general y a El Mundo en particular. El propio Pedro J. tuvo que  anunciar en su Twitter que iba a revisar la información de esta noticia, aunque más tarde, por supuesto, sólo aceptó que “algunas expresiones eran exageradas”. Habría que recordarle a Pedro J. que el problema es que ese tipo de información (y de opinión) se han asentado de manera estable en El Mundo y por cosas como éstas has perdido lectores habituales que, como yo, compramos durante años este periódico.

Centrándonos en la noticia, ésta se publicó el mismo día que se realizaba la consulta popular para que los ciudadanos madrileños pudiesen dar su opinión sobre el proyecto de Esperanza Aguirre de privatizar el agua de Madrid. En ella se acusaba a uno de los impulsores de la consulta de ser terrateniente, de de tener una casa cerca  La Castellana y directamente se le insultaba sarcásticamente  acusándole de “anticapitalismo de Mercedes y cubertería de plata”... La cantidad de sandeces y maledicencias que contiene el artículo obligan a su completa lectura, algo que se puede hacer arriba en su redacción original, publicada en papel (fue modificada posteriomente en su edición en la web), siendo imprescindible también leer la necesaria y completa respuesta que dio Ignacio Escolar en su blog, en la que quedaban aclaradas punto por punto las mentiras que publicó El Mundo 
 


08 marzo 2012

La Prensa-basura contraataca (I)


Cada mañana me cuesta un poco más parar unos segundos mi carrera mañanera hacia el metro, acercarme a mi kiosco habitual y comprar el periódico. La compra diaria de prensa escrita ha sido una necesidad para mí desde que comencé la Universidad (hace casi veinte años) y puntualmente empecé a comprar El Mundo buscando con avidez las columnas de Umbral. Con los años, salvo que por algún motivo no saliera de casa, cada día he comprado uno o dos diarios con el simple objetivo de conocer el mundo que me rodeaba para poder construir una opinión sobre él. En mi infancia y adolescencia tuve la suerte de que cada día entraran en mi casa al menos dos periódicos, y en muchas ocasiones incluso tres o cuatro. Gracias a mi padre y a mis hermanos mayores cada tarde aparecían por el salón o la cocina el ABC, El País, El Mundo, el Diario de Sevilla… e incluso anteriormente, los prematuramente desaparecidos El Sol o Diario16 (además de la prensa deportiva). Todos ellos fueron la puerta que atravesé para encontrarme con el periodismo como fuente no sólo de información, sino también de opinión y literatura. Con ojos críticos y siempre muy abiertos (en una época en la que aún no se podía soñar con las posibilidades que Internet ofrecería con el tiempo) convertí en una de las pasiones de  mi vida conocer, identificar, desentrañar y dilucidar las razones intrínsecas por las que se producían los diferentes enfoques periodísticos de las mismas noticias en diferentes medios. Antes de saber nada de Chomsky o de los análisis teóricos sobre la manera de conformar la opinión pública a través de los grandes medios de comunicación, fui anotando cuidadosamente tendencias, confluencias de intereses, nombres de las empresas matrices que eran las dueñas de diversos medios diferentes, intereses espurios enmascarados tras noticias que parecían ser tan sólo crónicas objetivas de hechos que se estaban desarrollando, exclusivas filtradas con intenciones bastardas, tratamientos diferenciados de políticos y grandes empresas, giros sorprendentes en el tratamiento de ciertas informaciones con objetivos no confesados… A pesar de que la mochila con la que iba cargando tanta información se hacía cada vez más pesada y su análisis me llevaba a sentir cada vez mayor desconfianza hacia todas las cabeceras de prensa españolas que conocía, al final, siempre, diariamente, encontraba motivos para continuar pagando religiosamente cada mañana para encontrarme con crónicas y opiniones honestas que mostraban que detrás de la podredumbre empresarial que dominaba a los medios había muchos profesionales luchando por no terminar sepultados en el cenagal. Periodistas y columnistas que lanzaban botellas al mar de los lectores bajo la mirada desconfiada de sus superiores, esperando cada vez que aquélla no fuera la última vez que les permitieran el desafío. Ese halo romántico de búsqueda de la verdad desde la independencia que el periodismo siempre había llevado consigo no era más que el lejano eco de una leyenda de otra época que tal vez ni siquiera existió; esa cantinela que apelaba a su relevante papel como cuarto poder que ejercía de contrapeso a los demás poderes en las “sociedades libres” era más bien motivo de risa o sarcasmo. Pero la calidad de muchos de sus escritos y la ausencia de alternativas seguían haciendo impensable abandonar su lectura si alguien quería seguir estando medianamente informado de ciertas cosas.

Hace ya varios años que noto como aumenta mi desagrado y mi desapego hacia esa prensa escrita diaria. Superado el encantamiento inicial, lo mínimo que uno pide como consumidor es que se le ofrezca un producto con unas mínimas garantías de fiabilidad y calidad. El deterioro de la prensa diaria española parece ya imparable: algunas de las mejores firmas de opinión han desaparecido, otras han envejecido lastimosamente y por último han aparecido otras que nunca pensé poder leer en periódicos de pretendida calidad. Los redactores que han ido viendo cómo se precarizaba su trabajo al tiempo que las nuevas tecnologías irrumpían en el periodismo tradicional, fueron abandonando las calles y el compromiso con la información contrastada para refugiarse en Internet, en el remedo de noticias de agencias y en la perezosa búsqueda googleliana para completar sus escritos. Por otro lado es significativo que, en esta época de brutal crisis económica y social, la oferta diaria se ha terminado escorando lastimosa y patéticamente hacia una derecha socialmente conservadora y económicamente neoliberal, que pontifica sin contrapesos y construye una realidad a su medida que traslada a muchos de sus indefensos lectores, siendo imposible encontrar en el kiosco periódicos que permitan que, desde sus páginas, se expresen esa otras voces que, de manera argumentada, intenten defender esas otras ideas que no son las que dicta el capitalismo neoliberal.

Pero en los últimos meses estoy asistiendo estupefacto a una aceleración del envilecimiento en el tratamiento de las noticias en la prensa tradicional que provoca vergüenza ajena e indignación. Periódicos de larga tradición están abandonando ya todas las formalidades sobreentendidas en la profesión y, emulando sin sonrojo a la peor televisión basura, están construyendo información a base de retorcer y manipular torticeramente la realidad hasta adecuarla a sus más bajos instintos ideológicos y empresariales (¿no son los mismos en el fondo?). He sentido impotencia y un enorme desprecio ante la sucesión de portadas y noticias de algunos de lo principales diarios españoles que, incumpliendo las mínimas reglas del decoro y deontología profesional, han arrastrado por el suelo su ya desgastado prestigio para "informar" a sus lectores de los diferentes movilizaciones sociales que se suceden por toda España. Algunos de estas historias las he ido guardando y en el siguiente post las expondré una a una para para mostrar las entrañas más miserables de la prensa española

(Continúa)

15 septiembre 2011

Telemadrid y su manipulación torticera

Aclaración: ante el número inusitado de visitas y tras el comentario que me hace un amigo parece ser que tal vez los datos que ofrecía la televisión eran tan sólo de los SMS, llamadas y mails mandados en directo. No los datos de la encuesta en la web.  En tal caso no habrían invertido los resultados sino tan sólo habrían ocultado lo que se estaba votando en la web. No se podría hablar de manipulación. Valga esta aclaración como rectificación porque no pienso caer en lo mismo que critico.  Borro Cambio la entrada y dejo la aclaración para aquél que entre aún en el blog buscando la información.

Sabemos que Telemadrid es la televisión más partidista, manipuladora y casposa de España.

Sabemos que sus telediarios sirven para hacer una loa constante a la lideresa y para ocultar o minimizar cualquier posible error que cometa, así como ocultar o ridiculizar cualquier acción o movilización que vaya en contra de sus designios

Sabemos que sus programas de debate, tanto los diurnos, cutres y cochambrosos, como los nocturnos, con una puesta en escena pretenciosa y grandilocuente, son espacios donde sólo se escucha una solo voz política monocorde, levemente matizada por alguna voz pretendidamente socialista que sirve de contrapunto (in)útil.

El otro día, en uno de estos programas de debate (Madrid Opina), decidieron hacer una encuesta sobre si se estaba de acuerdo o no con aumentar las horas lectivas de los profesores. Para ello se pedía que se mandaran mensajes SMS o se llamara a unos determinados números de teléfono. Al mismo tiempo, una encuesta en los mismos términos estaba colgada en la página web de la cadena

En un momento dado del programa se hizo una primera aproximación de cómo iba la encuesta. Se puede ver en este pantallazo (como los demás los he cogido de un compañero que lo colgó del Foro de la sur). Parece claro, por los datos, que los encuestados que votaban estaban a favor de las medidas de Aguirre. Eso sí, no se daba ningún dato de participación.

 
Al final la brecha se amplía. Ningún dato de participación. Por supuesto.


Mientras tanto, a la misma hora en que se estaban publicando estos datos en la televisión, éstos eran los datos que ofrecía la propia web de Telemadrid (se puede ver la hora y los tantos por ciento en el pantallazo, al pinchar en la foto)



Los resultados eran casi exactamte inversos a la encuesta televisiva. Curioso. No les importó. Al parecer esta información no era relevante para darla en directo y complementar los datos de la otra encuesta. Al fin y al cabo, con los primeros datos se transmitía a la audiencia que las conclusiones a las que los "distinguidos" contertulios estaban llegando en el plató, eran compartidas en una "encuesta imparcial"... Eso sí, con un dato del 3,4% de audiencia, no hubiera esta mal conocer el número de personas que había participado en esa encuesta en directo… Debió ser un número tremendo…

Pues eso. Poco más que añadir.

Bueno, sí, una cosa: ¿si en lugar de preguntar acerca de las dos horas lectivas de los profesores hubiesen preguntado si se estaba de acuerdo o no con los recortes llevados a cabo en la educación pública, mientras se beneficia a la educación privada no concertada con desgravaciones fiscales, cuyo importe es superior al pretendido ahorro que se va a conseguir… qué hubiera pasado?

Bueno, claro... Estamos hablando de Telemadrid... Vaya tontería... Como si esa pregunta pudieran siquiera habérsela  planteado.